Un ser normal
Las palabras que dormían
con un ojo abierto,
en la punta de la lengua
han sido reemplazadas
con sabor a hartazgo,
amarga monotonía
locura pausada
emociones contenidas.
Ahora soy un ser normal.
…
Revisar treinta veces las recetas
comprobar que no olvido
la cápsula y la hora
para olvidar que olvido,
que me está carcomiendo
este TOC compulsivo.
Ahora vivo en el intento de recordar si he hecho
lo que cualquiera vería y señalaría detente,
te has cerciorado varias veces de lo mismo.
Malgasto el tiempo en comprobaciones
la corroboración de lo exacto
de ida y vuelta, sin falla
como los números y sus resultados
como no es la vida
como no es la vida
que se me sale de las manos
en un intento por asirla.
Otros lo habrán intentado
desde el mito de la caverna
al experimento del gato.
Y yo que no comprendo
en dónde comienza y acaba
este día en que el universo
se expande, dejando las respuestas
cada vez más lejos.
No me pidan que cuente
solo una vez, lo que hice
y sabemos y saben
que constato una y veinte veces
como si fuera preciso
como si todo llevara
a las mismas cifras
como si la vida pudiera
preverse, advertirse
como si sus respuestas pudieran
probarse de antemano
como si la vida fuera precisa
y el tiempo una línea
como no lo es la vida
como no lo es la vida.
De Chejov a la Varka que llevo dentro
Soy la pequeña Varka
No encuentro al enemigo
todo es soñar despierta
y de mis senos
—serpiente de todas lenguas—
hablo, alimento a la pesadilla
en que no distingo
el correr del tiempo.
Vuelvo a gritar ¡despierta!
moribunda, esclava, enferma,
feto en vientre de oro
cordón anclado al pensamiento
es una pisada su latido
sobre las memorias que no reconozco
o ni siquiera he construido.
En un intento último y fallido
por no ver la luz de
lamparillas verdes, nostalgias,
desesperos:
por no nacer,
soy toda yo bajo la almohada
entre nudo y ombligo
bebiendo del pecho
que me condena a seguir esperando
que alguien me explique
dónde culmina el sueño
y comienza la muerte el odio.
Demencia
A veces, unas cuántas veces,
presiento próxima la demencia:
la recibiré de blanco y con los brazos abiertos.
Imploro acompañarme de mi soledad,
dónde transcribir las ideas sin sentido,
sitio para relatar mi locura, reinventar la historia.
Sólo pido que te cuenten que de viaje estoy,
en mis planes no se encuentra el regreso.
Ordeno, no suplico, alejarte de mi insania,
que no intenten resolverme en tu persona,
devolverme la cordura con tu esencia,
si al tenerte supe cuál sería mi destino
y me soñé cada noche recluida, herida
entre blancas paredes buscando calma…
Sabía lo que hacía, que me faltarías,
que nuestro tiempo en esta vida
sería corto como el día, que al irte
no quedaría más, nada habría
solo esperar mi siguiente historia,
para reencontrarte.
Fuente original: Divagaciones de una mente sin reposo, para el Comentario semanal, el 20 de noviembre de 2017